27/7/09

LA IMÁGEN ETERNA DE LOS RECUERDOS

Introducción

VOCES Y PESADILLAS

Es viernes, la lluvia acaricia mis ventanas y el sonido de los relámpagos hacen un desastre en mi mente. Estos, crean un tráfico de ideas y un destello rojo cegador, solo me resta esperar que la cordura vuelva a transitar en mí, aunque sea una vez más.

El reloj se divierte contando el tiempo, mientras yo me inquieto una vez más, tal vez esperando que sean las 11, tal vez esperando para cerrar la puerta conmigo afuera, expuesto al mundo sin una cadena que me retenga a esa sucia y putrefacta ratonera a la que vuelvo antes del alba, una vez y otra vez y otra vez, de esta manera ya casi 10 meses.

Debe de ser octubre, pues veo en las calles humanos convertidos en zombis, mostrando sus verdaderos rostros, aprovechando la única excusa que tienen para sacar su otro lado, su lado encadenado por los ritos de la cotidianidad, las costumbres prostituidas y los caminos recorridos una y otra vez, deseando devorar sus propias piernas, solo para no tener el suplicio de dar los mismos pasos hacia la rutina, hacia la escarpada costumbre, esa que ya con los años cicatriza los sueños de juventud, los anhelos de chicos que creían en superhéroes y mutilan la magia que se desprendía de un chico mirando las estrellas, deseando ver una fugaz y pedir un deseo.

Hoy, hoy es viernes, 31 de octubre y veo desde afuera, con otra mirada, como la lluvia acaricia mis ventanas y como el sonido de los relámpagos hacen un desastre en mi mente.

Miércoles 11 de octubre; mi cumpleaños.

Son las 11 am, el sol no salió este día, en su lugar nubes grises y tormentosas le arrebataron los cielos.

Abro la alacena, unas cuantas verduras pudriéndose, un par de latas con atún y frijoles serán lo más que encontraré. Mientras desayuno escucho el maullido de un gato en mi puerta, lleva ya un buen rato allí, cantándole a las grietas y a su destino solitario, casi como el mío. Camino hacia la puerta con quien desea no encontrar nada del otro lado, al abrirla me encuentro con una sorpresa, efectivamente hay un gato, no tiene rasgos característicos, podría ser de cualquiera, en todo caso ahora era mío, detrás de el encuentro realmente lo que me sorprendió, una caja de pizza, de queso con champiñones y salsa picante; mi favorita… la situación mejora, éramos dos con hambre, y ahora somos dos que estamos satisfechos, no conocía al gato, así que no le di pizza, pero le regalé la lata de atún y frijoles, eso fue suficiente para saciar su apetito, en cuanto a la pizza, me comí la mitad, la otra la guardé, sabía que más tarde tendría hambre nuevamente; cuando iba a guardarla sin querer se me resbaló y cayó al suelo al revés, había una tercera sorpresa, la primera había sido mi acompañante felino, la segunda, lo que podría entenderse como mi torta de cumpleaños y ahora esto, una carta, envuelta en papel blanco, olía a perfume, de mujer si es que ya no he olvidado el aroma de una, Pero este era familiar, solo había conocido a una mujer que desprendiera tal fragancia, Sussan, mi adorada Sussan, aunque era imposible…

Capítulo 1

UNA FOTOGRAFÍA DEL PASADO

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Octubre viernes 11 de 1990; mi cumpleaños.

Soy un joven común, pero no como los demás, me gusta estar solo, rara vez una compañía se me hace aceptable. Solo una persona puede estar conmigo en cualquier momento, Sussan. Ella tiene el cabello negro como la noche, altura media, no tan alta, es físicamente hermosa, además tiene una peculiaridad, sus ojos parecen orientales, eso me gusta dado que me llaman la atención algunos apartes de la cultura china. Cada vez que me ve me regala una sonrisa, cada vez que me sonríe me regala un sueño, una ilusión y una imagen del futuro.

A Sussan le gustan los sueños, desea ser fotógrafa para tratar de capturarlos y verlos una y otra vez, además le gustan las películas románticas, llora cada vez que ve una. Es mi cumpleaños, no tengo dinero y ella llega hacia mí, su aroma es casi como debe ser el de los ángeles; me sorprende con una invitación, me dice que quiere llevarme a un lugar que le gusta mucho, la pizzería "RETROS". Ella me pide una pizza de queso con champiñones con salsa picante, es su favorita. Me cuenta sobre sus ideas, me muestra un par de dibujos que me ha hecho y pasamos un rato muy agradable, de esos que aun con los años recuerdas como si lo hubieses vivo hace un par de horas.

Saliendo de la pizzería me toma la mano, me mira fijamente a los ojos, como quien tiene un secreto y duda en decirlo pero ya es demasiado tarde, luego de apretarme la mano, simplemente cierra sus ojos bellos ojos y me besa, en los segundos que dura junto a mí, puedo entender a que se refería cuando me explicaba sus sueños, mientras yo solo pensaba, esto debe ser uno. Separa sus húmedos y rosados labios de los míos, ahora éramos nuevamente dos personas y no una, saca una fotografía de su cartera y me la entrega, me dice que no la vea hasta que ella se haya ido, le digo que acepto el trato, ella se despide con una frase algo particular, "he visto tu verdadero rostro, aun si no llevas una máscara puesta"… y luego se fue con una sonrisa tierna en su rostro.

Octubre 12 son las 11 de la mañana, el sol no salió este día, en su lugar nubes grises y tormentosas le arrebataron los cielos.

Y así habría de ser. Camino cerca de la casa de Sussan, algo no anda bien, algunas personas están aglomeradas frente a su puerta, algunos con lágrimas en sus rostros, otros solo conversan entre ellos con la expresión de quien no acepta lo que está ante sus ojos. Me acerco lentamente hacia allí, atravieso una a una las personas que están entre mí y mi tormenta; al pasar la última persona veo un cuerpo, no es el de Sussan sino el de su madre; nadie me explica lo sucedido, nadie me dice que ha sido de Sussan, subo corriendo a su habitación, todo está en orden, ni un solo lápiz en el suelo, la cama está tendida, y sobre esta se encuentra su cámara, escucho que alguien viene, así que me apresuro a tomarla y salir por la puerta de atrás. Luego de ese día no volvería a saber que había ocurrido aquella noche luego que se despidiera con esa sonrisa tierna en su rostro.

Camino para tratar de entender lo sucedido, vuelvo a la pizzería a la que horas antes había ido con Sussan, le pregunté a la camarera si había visto a la muchacha de anoche, esta me dice que no estaba de turno anoche, así que le pregunta a uno de los cocineros, lamentablemente este no me da una respuesta satisfactoria, pido un café y me siento en la misma mesa de la noche anterior. ¿Dónde estaba?, ¿le habría sucedido algo?, ¿la habrían lastimado?... dios, dios, dios, no creo en ti pero no puedo dejar de pronunciar tu nombre. Cuando metí la mano al bolcillo para pagar el café, encontré la fotografía que me había dado y que había olvidado ver, era una fotografía de ella, se veía hermosa, demasiado diría yo. Pago y me voy hacia mi casa, durante el camino no dejo de observar su imagen, y juro que me acompañará por siempre.

Se acercan las 5 de la tarde, el sol ha ido menguando, y la noche es fría, como esas noches en las que sabes que el mundo ha gritado por el horror de los hombres. Voy hacia la biblioteca donde solía pasar un buen tiempo leyendo sobre mitología y demás cosas; cuando voy entrando la señorita encargada me advierte que en 5 minutos cerrarán, le respondo que solo necesito 3 minutos, así que me deja ir. Busco la sección de cocina, nadie entra a esa sección, allí es donde queda un pequeño cajón que nadie más sabe que existe, ni siquiera Sussan lo sabía, envuelvo la cámara en un sobre hermético y la oculto allí, esperando que permanezca ahí para mí, como si fuese su corazón y la caja mi pecho...


El siguiente capítulo